lunes, 31 de agosto de 2009

Esta dureza (por Saiz de Marco)

Esta dureza exigida, impostada
(si los ojos son blandos,
si el corazón es blando…)

Esta dureza forzosa, aparente
(si los ganglios, los nervios, los alvéolos son blandos;
si la sangre, la piel, las membranas son blandas…)

Esta dureza fingida y externa
(si los huesos son blandos, rompibles, astillables;
si la médula es blanda,
si el hombre entero es blando…)

viernes, 28 de agosto de 2009

Ojos de ayer (por Juan Ramón Jiménez)

Ojos que quieren
mirar alegres
y miran tristes.
¡Ay, no es posible

que un muro viejo
dé brillos nuevos;
que un seco tronco
(abra otras hojas)
abra otros ojos
que éstos, que quieren
mirar alegres
y miran tristes!
Ay, no es posible.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Acabó el amor (por Vicente Aleixandre)

¿Por qué, por qué llorar? Acabó el amor.
Dime tendida tu secreto. Ya no amas.
Calla. Tendida constas como un río parado.
Azul, tranquilo, el cielo sobre tus ojos consta.
Consta el aire elevado, sus templados destellos.
La vida quieta consta tranquilamente exacta.
Yo, reclinado en tierra de un verdor sin espuma,
transcurro, leve, apenas, como la hierba misma.
Nada llena los aires; las nubes, con sus límites,
derivan. Con sus límites, los pájaros se alejan.

martes, 25 de agosto de 2009

Embriaguez (por Ana Pérez Cañamares)

Borracha de rostros, acentos, ruidos
de tonos de móvil, de escaparates
de luces, reclamos, conversaciones
de gritos, de frenazos, de esperas
llego a casa, abro una cerveza y otra
bebo y bebo hasta que vuelve a mí
la sobriedad.

Para saberme (por Carmen González)

Para saberme
era preciso que supiera
las líneas de mi rostro contra el de otros,
que toda identidad me fuera conferida por contraste,
que supiera qué soy
sólo a cambio de ver y de aprender
todo lo que no soy,
lo que nunca seré,
las rutas y las caras del ser
que me son más ajenas,
la nulidad que otro existir me ha conferido.
De este modo, no soy
o sólo soy, más bien,
todo lo que tú mismo
desechas y no eres.
Para existir
he tenido que ser el otro
el que no eres:
Tu sombra más querida,
la que más íntima
y opuestamente te refleja
hasta complementarte
pero, al cabo,
nada más que una sombra...
Reducida al desierto,
a la profunda oscuridad sin nombre,
al reducto del miedo,
a la noche, al silencio,
a los más lóbregos ámbitos
donde la luz de lo viril no llega.
No soy por lo que soy,
sino por lo que tú no eres. Pero ahora
que pretendo por fin
definirme y nombrar
la realidad entera bajo mis propios términos
me encuentro con que saqueaste para ti
todo el oro sonoro de la voz,
el acervo frutal de los idiomas,
la virtud del lenguaje.
No sé pensar más que con tus conceptos.
Me enajenaste el mundo y con él
te llevaste la voz
que hasta había aprendido
la suavidad de las canciones.
Como el salvaje de la tempestad,
aprendí tu lenguaje para odiarte,
para insultar en ti mi mudez, tu avaricia,
la lascivia que tú saciaste en mí
porque me hizo necesaria.
Hoy tejo con mi aliento
una nueva palabra que no sea
nudo, lazo, cuerda de horca, hoguera,
cadena, yugo, afrenta,
servilismo cerril, ceguera, miedo...
Una nueva palabra
para nombrar el mundo
que veo con mis ojos
y que, algún día,
consiga que tú y yo
podamos dirigirnos uno al otro
sin sumisión, ni odio,
sin miedo, con la firme
franqueza con que se hablan los iguales.
Y el lenguaje
no sea ya
arma de guerra, insulto,
ni balanza parcial a tu favor
en el comercio que habremos de tener
para que el mundo
sea un sitio plural,
abierto, hermano,
más cálido y feliz
para nosotros.


lunes, 24 de agosto de 2009

Veo a mi padre (por Fabio Morábito)

Veo a mi padre asomado a la ventana.
Sentado en el suelo del cuarto,
miro su espalda ancha. Aún no camino.
Qué hermoso es un padre
cuando, asomado a una ventana,
su espalda se recorta para el hijo.
Le deja impreso su mejor recuerdo.
Padre que encara el mundo,
primera puerta que nos da la infancia,
primer atisbo de que no todo es pecho.

domingo, 23 de agosto de 2009

Delicuescencia (por Vicente Gallego)

Reventado clavel blanco y distante,
lepra inversa del cielo sois vosotras,
altas nubes de junio.
¿Qué sonora alegría le regala

de cristal afinado
vuestra espuma inocente a la mañana nuestra,
y de dónde nos llega esa emoción, tan misteriosa y nítida,
que produce observaros en el día del hombre?
Formas breves de un sueño sois vosotras,

confirmación liviana de estos ojos
que os contemplan flotar
calladamente
sobre la cima hueca de la vida.
Delicuescencia pura y noble sois,

blancas nubes serenas,
felicidad sin causa
bajo el cobre encendido de este sol impasible.
Como nosotros mismos sois vosotras

y por eso miraros nos conmueve,
altas nubes de junio:
humo limpio de un tiempo en que juntos ardemos.

Una rara esperanza (por Saiz de Marco)

Debe haber en algún sitio una esperanza rara
una esperanza incógnita
inconcreta y difusa
impropia de tal nombre
una esperanza sin forma de esperanza
con apariencia flácida
no altiva ni engreída
secretamente firme
musculosa por dentro
entrenada ella sola en gimnasios nocturnos
(haciendo abdominales
levantando pesas
corriendo
ejercitándose con la luz apagada)
Debe haber en algún sitio
(porque a veces se asoma y se puede entrever)
una esperanza floja
taciturna y humilde
una tenue esperanza
más fuerte y perdurable que la desesperación

sábado, 22 de agosto de 2009

Poema de amor porque no sé escribirte otra cosa (por Ben Clark)

Te escribo este poema (que es de amor)
porque llevo unas horas tanteando
otros temas (cuestiones sin remedio):
la belleza perdida;
la infancia descuajada; la tristeza sin nombre ni motivo.
Pero estas cosas hoy no me interesan.
Hoy sólo sé escribirte este poema.
Porque hoy te eché de menos y tú estabas
en París o en Orlando o en una calle
paralela a la mía eso no importa.
El caso es que no estabas cuando dije
‘Todo admite cien mil puntos de vista
-¿comprendes? No es posible estar seguro-
pero si tú estuvieras frente a mí, ahora, si estuvieras,
sería más sencillo terminar
de una vez (como fuera) este poema'.
Sería más hermoso no escribir.

viernes, 21 de agosto de 2009

Quien ama nunca sabe por qué ama (por Fernando Pessoa)

Creo en el mundo como en una margarita
porque lo veo.
Pero no pienso en él,
porque pensar es no comprender.
El mundo no se ha hecho para que pensemos en él
(pensar es estar enfermo de los ojos)
sino para que lo miremos y estemos de acuerdo…
Yo no tengo filosofía: tengo sentidos…
Si hablo de la naturaleza
no es porque sepa lo que es
sino porque la amo, y la amo por eso,
porque quien ama nunca sabe lo que ama,
ni sabe por qué ama, ni qué es amar…
Amor es la eterna inocencia
y la única inocencia es no pensar.

jueves, 20 de agosto de 2009

Suceso (por Wislawa Szymborska)

Cielo, tierra, amanecer,
ocho y cuarto de la mañana.
Calma y silencio
en las amarillas hierbas de la sabana.
A lo lejos un ébano
de hojas siempre verdes
y extensas raíces.
De pronto una alteración de esa quietud.
Dos seres con ganas de vivir rompen a correr.
Una gacela en una repentina huida
y detrás una leona jadeante y hambrienta.
Por un momento sus posibilidades son idénticas.
La que huye tiene incluso cierta ventaja.
Y si no fuera por esa raíz
que sale del suelo,
por ese tropezón
de una de las cuatro patas,
por ese cuarto de segundo
de alterado ritmo
que aprovecha la leona
con un largo salto...
A la pregunta de quién es el culpable,
nada, sólo silencio.
Un cielo inocente.
Una inocente tierra nutridora.
Un inocente tiempo fugitivo.
Una inocente gacela.
Una inocente leona.
Un inocente ébano.
Y un observador que mira con unos prismáticos,
inocente hombre
en este caso.

domingo, 16 de agosto de 2009

Si le hubiera cortado las alas (por Mikel Laboa)

Si le hubiera cortado las alas
habría sido mío,
no se habría escapado.
Pero así
ya no sería más un pájaro
y lo que yo amaba era
un pájaro.

En tal caso (por Saiz de Marco)

Proust pudo casarse con una muchacha en flor
y tener hijos.
Cogidos de la mano, los llevaría al colegio
y les ayudaría después con los deberes.
En tal caso no habría siete tomos de
En busca del tiempo perdido.
(Y bueno, y qué pasa.)

Kafka pudo casarse con Felice o Milena.
Largas noches de amor,
niños en el jardín
y domingos de té y pastas en casa de su suegra.
Entonces no tendríamos Metamorfosis, Proceso ni Castillo.
(Y bueno, y qué importa.)

Pessoa pudo casarse con Ofelia Queiroz.
Lo habrían visto por calles de Lisboa
empujando un carrito de bebé.
Podría, quizá, haber sido feliz.
En tal caso no habría heterónimos, Tabaquería
ni libro del Desasosiego.
(Y bueno, y qué más da.)

sábado, 15 de agosto de 2009

No, no, la verdad no (por Fernando Pessoa)

En la calle llena de sol vago hay casas detenidas y gente que
camina.
Una tristeza llena de pavor me atraviesa.
Presiento un suceso más allá de las fachadas y de los movimientos.
¡No, no, eso no!
¡Todo menos saber lo que es el Misterio!
¡Superficie del universo
, oh párpados descendidos,
no os alcéis nunca!
¡La mirada de la Verdad Final no debe poder
soportarse!
¡Dejadme vivir sin saber nada, y morir sin saber nada!
La razón de que haya ser, la razón de que haya seres, de que haya todo,
debe traer una locura mayor que los espacios
entre las almas y entre las estrellas.
¡No, no, la verdad no! Dejadme estas casas y esta gente;
tal cual, sin nada más, estas casas y esta gente...
¿Qué aliento horrible y frío toca mis ojos cerrados?
¡No los quiero abrir a la vida! ¡Oh Verdad, olvídate de mí!

jueves, 13 de agosto de 2009

Ese otro (por Darío Jaramillo)

Ese otro que también me habita,
acaso propietario, invasor quizás o exiliado en este cuerpo ajeno o de ambos,
ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel,
ese otro que está solo siempre que estoy solo, ave o demonio,
esa sombra de piedra que ha crecido en mi adentro y en mi afuera,
eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,
el dueño de mi embrollo, el pesimista y el melancólico y el inmotivadamente alegre,
ese otro,
también te ama.

lunes, 10 de agosto de 2009

Reloj (por Luzmaría Jiménez Faro)

Reloj: Alimaña con ejes, rubíes, espirales y hasta
con un tic-tac de corazón; mas no percibe
nunca los sonidos del alma.
Horas: Brazadas de palomas en vuelo. Bisturíes
cortando las cintas plateadas del tacto y
de la carne. Miel rezagada que cae sobre los muslos. Negrura atormentada de las noches. Té de las cinco. Damas que te reflejan en los espejos cóncavos y en los
convexos. Monjas sobre reclinatorios. Lenguas bisexuales. Rasos y tules para vestir tu boda. Vientres encinta y en silencio. Babosas empedrando los ojos y
la piel. Procesión de las ánimas. Fragua
de sueños y de huellas. Garantía de origen.
A los pies, toda mansedumbre, se tiene la alimaña
y simplemente espera.

La esperanza (por Gerardo Diego)

¿Quién dijo que se agotan la curva, el oro, el deseo,
el legítimo sonido de la luna sobre el mármol
y el perfecto plisado de los élitros
del cine cuando ejerce su tierno protectorado?
Registrad mi bolsillo.
Encontraréis en él plumas en virtud de pájaro,
migas en busca de pan, dioses apolillados,
palabras de amor eterno sin
carta de aterrizaje
y la escondida senda de las olas.