lunes, 6 de abril de 2009

Tú, suelo (un poema de R.M. Rilke)

Tú, suelo que se oscurece, soportas pacientemente los muros
y quizá permites a las ciudades que duren una hora más,
concedes aún dos horas a las iglesias y monasterios solitarios,
dejas cinco horas más de fatiga a todos los redimidos
y contemplas durante otras siete horas el trabajo cotidiano del labrador,
antes de volver a ser bosque y agua y prolífica tierra silvestre
en la hora de la angustia incomprensible,
cuando exijas a todas las cosas
que devuelvan tu imagen incompleta.

Dame un poco más de tiempo: quiero amar las cosas como nadie,
hasta que todas se hagan dignas de ti y grandes.
Sólo quiero siete días, siete
en los que nadie haya escrito aún
siete páginas de soledad.

Que aquél a quien des el libro las abarque:
quedará encorvado sobre las hojas.
A no ser que le tengas en tus manos
para escribir tú mismo.

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