Ya sé que no es así, pero hablo como si pudierais oírme y entenderme.
¿Cómo empezasteis vosotras, palabras?
Primero fuisteis gritos o rugidos de garganta animal en los arbustos. Poco más que un relincho, un cacareo...
Ondas sonoras viajando en el aire. Golpes de voz que se volvieron sílabas y más tarde consignas como
Cazar, Hacha, Bisonte, Al Ataque…
Nombres para las cosas de la Tierra. Palabras para todo lo innombrado.
Pero después os fuisteis anudando, enlazando las unas con las otras para, así, abarcar todo el mundo. Ahora no sólo objetos: también acción, intención, tiempo...
Y al final nominasteis lo intangible:
palabras para Miedo y Esperanza,
palabras para Angustia y Alegría...
Así erais cuando llegasteis a mí. Así cuando yo llegué a vosotras.
Humanas palabras, carne hecha verbo, ¿qué habría sido de mí sin vosotras:
sin poder escribiros,
leeros;
sin el hambre de la página en blanco;
sin la sed de los libros salvíficos?
Signos audibles, simbólicas voces que dormíais en el pecho del hombre:
Gracias, amigas, por haber venido.
¿Hubo una frase
que se irguiese del sitio
donde fue puesta?
...
¿Algún escrito
se puso de pie para
cambiar el mundo?
...
¿Dónde se han visto
palabras ...
4 comentarios:
conmovedor homenaje a las palabras. Me siento bastante identificado.
Te agradecemos tu comentario, Daniel. Me parece totalmente suscribible.
A mi también me gustó.
Gracias, Hugo, y -como siempre- enhorabuena por tu "decir lo indecible", la fuente de la que a veces bebemos.
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