Las poetas suicidas me llaman.
Yo no las escucho.
Come fruta, me digo,
vigila los deberes de tu hija,
recuerda la fecha en que vivimos,
repasa tu nómina,
no olvides la cita del ginecólogo.
A veces hago caso a la madre muerta que enterré en mí.
Otras me tumbo en las orillas de los ríos que os tragaron
y el sueño me evita
y la oscuridad se adensa a mi alrededor
como una mermelada irrespirable.
Os acercáis, pero yo
no os oigo. Aprieto los dedos sobre los oídos,
me agarro a los barrotes que me sostienen.
No sé planchar, pero hoy es quince de septiembre,
cada tres días llamo a mi padre y le pregunto qué ha comido,
aunque confieso que sin ningún sentimiento.
No oigo voces, aunque la mía, a veces,
suena insistente,
como la radio que sube por los patios.
No os voy a escuchar.
Quizá estáis calladas,
y es sólo esa mezcla de vanidad y homenaje que me enajena
lo que hace que os confunda con el silencio.
No importa.
Cada una de vuestras muertes
dio a luz una palabra
y de momento recuerdo dejar mi locura
doblada junto a la ropa
cada vez que me sumerjo en el agua,
en la noche
o en uno de vuestros versos.
¿Hubo una frase
que se irguiese del sitio
donde fue puesta?
...
¿Algún escrito
se puso de pie para
cambiar el mundo?
...
¿Dónde se han visto
palabras ...
7 comentarios:
Excelente poema. Emilia, a lo mejor, con tu permiso, lo incluimos en nuestra página de Central de la Poesía. Ya lo hemos hecho con algún otro poema de Pérez Cañamares.
Por cierto, ahora está de moda Sylvia Plath, a raíz de la antología bilingüe publicada en papel por una editorial española. Incluye algunos poemas aún no disponibles en la Red. Plath es, tal vez, la poeta suicida más conocida. Aunque también está Alfonsina Storni. ¿A qué otras poetas suicidas puede aludir el poema?
Muchas gracias por subir este poema a tu blog. Y gracias a Indecible por sus palabras. Efectivamente, pensaba en Plath, Storni, Anna Sexton, Virginia Woolf...
Un abrazo desde Madrid.
Gracias, Ana. Me haces un honor inmenso visitando esta sencilla recopilación de poemas que alguna vez leí y me gustaron. Ya ves que entre ellos no faltan los tuyos. Es para mí un honor grandísimo que vengas por aquí.
Emilia, gracias a ti estoy descubriendo poetas muy interesantes como Ana Pérez Cañamares, Saiz de Marco, Kapuscinsky y otros. Gracias de verdad.
Graicas a ti por tus visitas y me alegro que te guste mi pequeña selección poética.
Hoy viene en el periódico que un hijo de Sylvia Plath, uno de los dos niños (creo que el otro era una niña) que dormía mientras Sylvia metía la cabeza en el horno, también se ha suicidado. Tenía 46 años y era hijo de Sylvia y de su adúltero esposo (también poeta, aunque mediocre). Si todo esto resultase ser el precio que hay que pagar por la creatividad desbordante de una creadora genial (espero que no), entonces sería un precio demasiado caro.
Llevas toda la razón, Beatriz.
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