jueves, 13 de noviembre de 2008

Invictus (un poema de W. E. Henley)

Desde la noche que sobre mí se cierne,
negra como su abismo insondable,
doy las gracias a los dioses, sean quienes sean,
por mi alma inconquistable.
Caído en las garras de las circunstancias
nadie me ha visto llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de ira y lágrimas
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años
me halla, y me hallará, sin miedo.
No importa lo estrecho que sea el camino,
lo cargada de castigo que esté la sentencia.
Soy el dueño de mi destino;
soy el capitán de mi alma.

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