miércoles, 26 de noviembre de 2008

¿Qué posee quien ama? (por Fernando Pessoa)

Amar es poseer. ¿Y qué posee quien ama? ¿El cuerpo? Para poseerlo sería necesario hacer nuestra su materia, comerlo, incluirlo en nosotros... Y esa imposibilidad sería temporal, porque nuestro propio cuerpo pasa y se transforma, porque nosotros no poseemos nuestro cuerpo (poseemos tan sólo la sensación de él), y porque, una vez poseído ese cuerpo amado, se volvería nuestro, dejaría de ser otro, y el amor, por eso, con la desaparición del otro ser, desaparecería... La más feroz y dominadora posesión de un cuerpo, ¿qué posee de él? Ni el cuerpo, ni el alma, ni siquiera la belleza. La posesión de un cuerpo hermoso no abraza a la belleza, abraza a la carne celular y grasienta; el beso no toca la belleza de la boca, sino la carne húmeda de los labios perecederos con mucosas; la propia cópula es sólo un contacto,
un contacto restregado y cercano, pero no una penetración real, ni siquiera de un cuerpo en otro... ¿Qué poseemos?

2 comentarios:

Orlando Muñoz dijo...

En verdad, nada podemos poseer: no se asimila la carne; el espíritu no se integra… la unidad es imposible. Si algo poseemos, pues, será la metáfora, y esto lo sabía Pessoa acaso más que cualquiera de nosotros (recordemos que él mismo llegó a sugerirse como “un fingidor”), único recurso del poeta ante lo inefable, del ser ante lo imposible de aprehender… puesto que de alguna forma hemos de referirnos a esa sensación extraordinaria, física y metafísica, de entrar en comunión carnal y espiritual con el otro. ¿Qué poseemos? La metáfora… en tanto ésta nos seduce, nos encanta, nos posee.

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...

Gracias, Peregrino, por tu comentario. Dejé también comentario en tu blog.

Totalmente de acuerdo en que la posesión es aquí, más que nunca, una metáfora. Por cierto, que siendo lectora voraz de Pessoa me llama la atención que éste que reproduje en la entrada es, quizá, el único texto pessoano que he encontrado sobre temática sexual.

Me llama la atención que esta faceta de la vida no despertara mayor atención en Pessoa, ni en su obra literaria ni en los escritos (reflexivos y otros íntimos) que se hallaron tras su muerte, ni en general en su biografía.

Se me hace extraño que para un hombre tan sensible la sexualidad no despertara mayor interés literario ni, a lo que se ve, personal.